viernes, 30 de octubre de 2009

lo que el traficante de sal contó a Patty Ice


El traductor no estaba. Me dijeron que lo vieron cerca de kenroku y que se fue llorando después de leer los tres versos que encontró en los trescientos pétalos de la flor de kikuzakura. Los he copiado despacio en un saco de sal para que los leas. Yo no soy un hombre de espíritu, pero los restos de sal que siempre llevo en las manos debieron irritarme los ojos, y algunos japoneses contaban en Kanazawa que yo también lloré.



Cuando el viento del oeste agita alto las cortinas y ella se hace más tenue que las flores amarillas,quién no me dice a mí que esto no es desgarrador.*


*poema zu de Li Chingchau, hija de Li Gefei

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