Creo que mi traductor ha salido de los jardines y se ha subido a las torres. Algunas veces lo descubría en la copa de los árboles y me decía que observaba el troquelado con que la luz delimita las fachadas al anochecer. Detrás de cada rectángulo iridiscente se ocultaba un posible escrito, aún mudo y encriptado, al resguardo de la luz en la oscuridad. Pronto los umbrales eléctricos de las casas de la avenida le parecieron fragmentos que debían ser completados, a lo largo del pais, a través de los neones en las autopistas, alcanzando los suburbios y reptando por los rascacielos nocturnos. Desde lo alto de las torres los veía despertar a la noche, bombilla a bombilla, luz a luz, como prehistoria de los anónimos.
Gacela de la muerte oscura
Hace 6 días
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