miércoles, 30 de junio de 2010

el viaje del traficante



Se escucha un coro al final de la avenida Nevski. Las lejanas voces imitan a un ejército de unicornios de papel atravesando los bosques. Los vencejos también parecen oírlo y vuelan enloquecidos desde un río cercano buscando la sombra de los aleros en los tejados. El traficante de sal hubiera querido correr hacia el final de la calle y encontrarse con las voces, pero ha quedado con una linotipista a la que tiene que dictar con urgencia un mensaje . Al llegar a su apartamento se precipita hacia el balcón y lo abre. No se han ido, aún se oyen, esquivando los árboles con sus cuerpos de papel. La linotipista se estira la falda hasta las rodillas, lo mira y queda a la espera. El traficante de sal cierra los ojos desde el balcón para escuchar mejor el coro y comienza a dictar.

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